Nuestro autor Alfonso Carrasquer ha recibido esta crítica de su novela «Sueños de Barro» realizada por Carlos Calvera, autor de una de nuestras próximas publicaciones «El Paso de las Devotas». Leela, te gustará. El libro lo puedes adquirir en nuestra tienda online pinchando aquí.
Alfonso.
He leído detenidamente Sueños de Barro y considero que es un buen libro. Ahora bien, debo prevenirte que yo soy un forofo apasionado de todos los libros de romanos. (Mi primera novela se tituló “Legión XIV” y trataba sobre el exterminio de esta unidad durante el levantamiento de Ambiorix en Bélgica) por esta razón mi valoración quizás no llegue a ser tan objetiva como lo sería la de alguien que abordará el tema desde el desconocimiento.
Si bien, tras ver la tapa y leer el primer capítulo, uno cree que entrará de pleno en una de esas sagas interminables de batallas épicas, lo cierto es que la estructura se aparta con rapidez de este formato convirtiéndose en una historia de “saga familiar” focalizado en tres ciudades.
En Sueños de Barro se armonizan tres escalafones que convergen y se sostienen mutuamente.
El primer escalafón es el histórico-temporal. Marca las pautas del tiempo a través de la vida de los emperadores y de los hechos más significativos que acontecieron durante sus reinados sucesivos. Este escalafón arroja una visión “genérica” del contexto en el que se desenvolverá los personajes.
El segundo es el “escalafón literario”. Es La historia en sí misma; las relaciones e interacciones de los personajes y el reflejo de los valores que representan. Así, los conceptos de familia, perdón, lealtad, ambición, amistad o injusticia, quedan perfectamente definidos. La familia, en el anhelo de Emilio por regresar a su casa. El perdón, en la figura de Marco, salvado en última instancia (con tu complicidad) por Selenia. La lealtad, en la anciana esclava de Marco fiel hasta la muerte. La ambición y el poder en Mesalina. La amistad en Quinto y en Marcial (simbolizada en su poesía) la injusticia en la salvaje muerte del buen Publio… En fin, cada personaje es tributario en mayor o menor medida de una de esos símbolos conceptuales. Las interacciones y los equilibrios entre estos actores son buenas y se aprecia destreza narrativa para ficcionalizar la historia.
El tercer escalafón es “el cultural”. En él te sirves de todos tus conocimientos académicos para hacer una descripción de la vida en aquel periodo: las tradiciones, la medicina, los oficio, las costumbres, la gastronomía, la religión.
La integración es proporcionada y elegante (sin llegar a cargar) y resulta muy ilustrativa.
(Por mi parte desconocía que los gladiadores pudieran librarse de la muerte con sólo reconocer su derrota o que las vestales romanas pudieran perdonar la vida a un reo condenado a muerte. Me pareció muy interesante.)
Los tres niveles se estratifican ordenada y aplomadamente constituyéndose en una pared sólida, en un todo, que dota de cuerpo a la novela.
En cuanto a tu estilo decirte que me pareció algo sobrio. Yo, como ya comprobaste amo la descripción, porque a través de ella se generan todo tipo de atmósferas y emociones. Pienso que deberías trabajar más ese concepto en sucesivas obras (más en cantidad que en calidad) hay fragmentos descriptivos que son sencillamente sublimes ( pág 263 línea 9 –empezando por arriba – hasta la línea 17; también pág 140 de la línea uno a la 7) no es la calidad sino la cantidad de esas descripciones lo que he encontrado en falta.
La obra tiene épica (pág 123 de la línea 9 a la 19) que produce sensación epidérmica y un interesantísimo fondo onírico que no me ha pasado desapercibido (reflejado mayoritariamente en las supuestas visiones que tienen muchos de los personajes después de morir o en las alucinaciones de Marco agobiado por el fantasma de su madre sobreprotectora. (Este trasfondo onírico casa perfectamente con la tradición religiosa romana del mas allá)
El barro, por otro lado, aparece como un símbolo omnipresente moldeador de sueños y de realidades. Él es quien crea y transforma las ciudades haciendo que cambien y evolucionen como los sueños de sus personajes. El barro está presente en las vasijas, en las obras, en los edificios, en los oficios, en los campos de batalla.. Pero también en los anhelos y debilidades que confeccionan la arcilla de los espíritus que alimentan la historia. Ciudades y hombres progresan a la par moldeados por un elemento definidor común. Esto, mi querido amigo, muy pocos sabrán reconocerlo y es, ni más ni menos, lo que te hace ser escritor. El título del libro, en este sentido, no podría ser más acertado.
Como te dije al principio, es un buen trabajo y constituye para mí un honor “entrar en batalla” alineando mi obra (o mi legión) junto a la tuya.
Supongo que un día u otro nos veremos por Barbastro.
Cuídate amigo.
Carlos